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Una buena gestión ganadera para la conservación de mariposas

LAS MARIPOSAS COMO ORGANISMOS BIOINDICADORES DEL CAMBIO DE HÁBITATS

Para que un grupo de organismos sea considerado bioindicador es necesario que se reúnan ciertas condiciones como, por ejemplo: ser muy sensibles en su entorno y reaccionar con rapidez a cambios de su medio. Las mariposas diurnas (o ropalóceros) son un grupo de insectos que cumplen estos requisitos. En primer lugar, gran parte de las mariposas son sedentarias y se ven muy afectadas frente una fragmentación de su hábitat, provocando que las poblaciones locales se puedan extinguir. En segundo lugar, son muy sensibles al clima y a la meteorología. Reaccionan de inmediato a fenómenos como el calentamiento global y a variaciones de temperatura y precipitación. En tercer lugar, las mariposas ofrecen un importante servicio ecosistémico, como es la polinización y establecen sus relaciones interespecíficas. Por este motivo, un posible cambio en sus poblaciones puede alterar o afectar a muchas otras especies. Y, en último lugar, las mariposas son unos organismos muy sensibles a los cambios de la composición y estructura de la vegetación (Stefanescu et al., 2007, 2009). Esto sucede por qué durante la fase larvaria, la mariposa depende tan solo de un grupo reducido de plantas nutricias de la que se alimenta. Si en algún momento estas desaparecieran, las poblaciones de mariposas podrían padecer un rápido descenso demográfico (CBMS, 2023).

Por este motivo, en el año 1994 se inició un proyecto para seguir las poblaciones de mariposas de Cataluña: el Butterfly Monitoring Scheme a Cataluña (abreviado CBMS). Este tiene el objetivo de conocer los cambios de abundancia de las mariposas a partir de censos visuales semanales, para luego relacionarlos con distintos factores ambientales o paisajísticos (CBMS, 2023).

La EMD de Isil, en el municipio del Alt Aneu (Pallars Sobirá), es propietaria de uno de los territorios considerados de máxima expresión a la alta montaña: el valle de Bonabé. En este sitio del Pirineo, encontramos la cabecera del Noguera Pallaresa y un conjunto de valles y montañas que ocupan una extensión de 131 quilómetros cuadrados (Ferrer y Pons-Raga, 2019), todos ellos presentes en el ámbito del Parque Natural del Alt Pirineu (PNAP) (Ubach et al., 2023). En este paraje natural, encontramos un punto de muestreo del CBMS, con distintos transectos que pasan por diferentes ambientes: prados, zonas forestales, humedales de montaña, etc. (CBMS, 2023). Gracias a estos transectos, durante el 2022 se registraron un total de 81 especies de mariposas diferentes. Aun así, a lo largo de muchos transectos y observaciones de naturalistas, en el municipio del Alt Aneu se pudieron contar un total de 139 especies, siendo el 70% del total de la fauna catalana. Por este motivo, las montañas de Isil se consideran un punto caliente (o hotspot) de diversidad, con un gran interés de conservación (Ubach et al., 2023).

No obstante, los resultados del seguimiento del CBMS señalan que, en las últimas tres décadas, hay un declive generalizado de muchas especies de mariposa distintas en Cataluña. De hecho, Ubach et al. (2023) comenta que en la próxima aprobación del Catálogo de fauna amenazada de Cataluña se verán estas evidencias y que, por lo tanto, se tendrán que aplicar medidas de conservación para 14 especies catalogadas como ‘En peligro de extinción’ (EN) y 23 como ‘Vulnerables’ (VU). Según Vila et al. (2018) parte de estas especies son características de los prados de pastos subalpinos y son presentes en la franja pirenaica y pre pirenaica. Es importante tener en cuenta que, en nuestro país, los diferentes tipos de prados, y en concreto los subalpinos, son de los hábitats con mayor riqueza específica de mariposas diurnas (Ubach et al., 2023) y por eso es tan importante la conservación de estos ambientes.

Los prados y pastos han sido reconocidos desde hace tiempo como hábitats que necesitan protección (Balmer y Erhardt, 2000) ya que, en los últimos cincuenta años, se ha reducido un 20% de la superficie que ocupan (Stefanescu et al., 2005). Eso se debe al cambio de modelo de gestión del territorio. En los últimos años, se ha pasado de una ganadería tradicional a una de más moderna. Eso implica una intensificación agrícola en las regiones más productivas y el abandono del pastoreo o de la siega en los campos de cultivo menos productivos o de difícil acceso (Lasanta-Martínez et al., 2005). Este abandono origina pérdidas de prados debido a la colonización de árboles y arbustos en espacios abiertos. A su vez, cambia la diversidad de mariposas diurnas y de pájaros de ambientes abiertos; estos de gran interés ecológico (Archer et al., 2017).

 

Según Stefanescu (2009), los prados que se abandonan experimentan cambios en la composición y en la estructura de la vegetación. Estos cambios afectan directamente a la población de mariposas, haciendo que las especies que prefieren pastos o prados muestren tendencias poblacionales negativas y sean substituidas por aquellas que prefieren bosques o matorrales. 

UN BREVE RESUMEN DE LA HISTORIA GANADERA DEL VALLE DE BONABÉ Y LOS CAMBIOS DE GESTIÓN

En los últimos siglos, el modelo de ganadería presente en el valle de Bonabé ha cambiado mucho. Antes, solo con los pueblos de Alós de Isil e Isil se sumaban cerca de quince mil ovejas. Estas eran acompañadas por un equipo de pastores que tenían el objetivo de mejorar la productividad de los campos, de las pasturas y de las ovejas. Por culpa de la disolución de los rebaños de las casas más importantes con la Guerra Civil Española, como pasó con el Tort de Alós, aceptaron la entrada de rebaños de otras zonas de Cataluña (Ferrer y Pons-Raga, 2019). En los años sesenta, alrededor de 1.000 ovejas del pueblo de Isil iban a Aulà y 800 ovejas de Alos, a Salau. Los rebaños de otros rincones de Cataluña los llevaban a Clavera con 5.000 ovejas, a Moredo con 4.000, a Airoto con 1.000 y a la Baleran con 1.000 más. En cambio, entre 1.000 y 2.000 cabras pastaban en Pilàs (Ubach et al., 2023) (Imagen 1). No obstante, a lo largo de ese mismo período, gran parte de la población emigró a las grandes ciudades. Eso supuso una pérdida de la cantidad de ganaderos y de explotaciones en el Pallars Sobirá y en el resto de Cataluña. A su vez, se redujeron el número de animales presentes en el valle de Bonabé hasta llegar a los pocos rebaños locales. En este momento, Bonabé tuvo que cambiar el modelo de gestión: se perdió la figura del pastor y se apostó por una pastura libre y sin límites (Ferrer y Pons-Raga, 2019). Esta figura del pastor no se recuperó hasta el 2010 gracias a la presencia del oso pardo (Ursus arctos), que los llevó a agrupar todos los animales en un único rebaño. A día de hoy, este rebaño es dirigido por un pastor que lleva las ovejas a Moredo en primavera y otoño, y en Salau y Aulà en verano (Ubach et al., 2023).

 

Este cambio relacionado con la cantidad de reses también fue acompañado de cambios en la tipología de los animales. En los últimos años, tal como se ha comentado más arriba, hubo una reducción del número de ovejas y, poco a poco, el vacuno fue ganando presencia (Ubach et al., 2023). La gestión de pasturas de vacuno también ha diferido con los años. Anterior al año 1970, las vacas se movían todas juntas con dos vaqueros y cada quince días las cambiaban de vertiente: pasaban de la solana (Vinyals, Salau y Aulà) a la umbría (Ras y Rocablanca). El objetivo de ese manejo era dar quince días de descanso a las pasturas hasta que no volviesen los animales (imagen 1). Hoy por hoy, las vacas pastan sin conducción o supervisión diaria de los vaqueros. Estas se distribuyen en zonas de la montaña más o menos definidas por años anteriores, donde pastan con libertad (Ubach et al., 2023). 

Imagen 1: Ortofoto del Valle de Bonabé. En blanco la toponimia de los valles y zonas donde pastan los rebaños. En naranja, los principales pueblos y bordas.

Los cambios en la tipología del ganado y en su gestión han provocado una reducción del número de hectáreas que se pastan, provocando que muchas zonas se abandonen y otras sufran una mayor carga ganadera (Ubach et al., 2023). Por este motivo, Ubach et al. (2023) quiso estudiar los efectos de la pastura y su abandono sobre la biodiversidad en el valle de Bonabé. 

UN BREVE RESUMEN DE LA INVESTIGACIÓN

Para este estudio escogieron dos zonas de muestreo con distintas cargas ganaderas. Por un lado, el sector de Port de Salau y Aulà, donde se encuentra el barranco de Vinyals; zona con una fuerte presión de pastura por la presencia de vacas, caballos y ovejas. Por otra parte, el sector del barranco de Clavera, con pastura de un único rebaño de vacas y algunos caballos. En cada zona, se utilizaron tres parcelas diferentes que tuvieran diversos niveles de perturbación o de pastura. Escogieron una parcela con pastura intensa llamada PRADO, una parcela semiabandonada con pastura leve llamada SEMICERRADO o SEMIABIERTO y una parcela no pasturada llena de matorrales llamada MATORRAL.

En las dos zonas del valle de Bonabé, y en las distintas parcelas, se avaluaron un conjunto de factores. En cuanto a la comunidad vegetal, se hizo un inventario florístico mediante la identificación de todas las plantas de la zona y, a su vez, se quiso detectar las especies amenazadas que había. De este inventario, se categorizaron y clasificaron las plantas en función de si eran especies características de prado, si eran características de matorral y bosque, si eran consideradas plantas ruderales, o si eran básicamente especies no indicadoras porque se podían encontrar en ambientes muy variables. Más adelante, aquellas plantas categorizadas como especies características de prados, también llamadas plantas indicadoras, se utilizaron para determinar el estado ecológico de los prados en función de la presencia o ausencia de estas.

 En el caso de las mariposas, hicieron un muestreo para conocer la abundancia y la riqueza de este grupo de organismos y determinaron la presencia de especies amenazadas.